¿Sabéis ese momento en el que os dais cuenta de que estáis completamente hartos de la rutina? Hartos de levantaros por la mañana con lo mismo en la cabeza, hartos de llegar a casa y hablar siempre de lo mismo, hartos de todo lo que os rodea. Ese momento en el que toda tu mente pide un cambio antes de llegar a saturarse. Aunque sea un cambio pequeñito. Y que cualquier novedad os parece interesante.
Yo estoy justo en ese punto.
Todo a mi alrededor se torna aburrido. Sé que es una rutina en la que echaría de menos MILES de cosas si cambiara, aunque muchas otras sobran, sobran notablemente. Es una rutina cansina, innecesaria y fría. Una rutina ya seca de lágrimas, sin reservas. Una rutina cual máscara de felicidad.
Aún sabiendo que nada va bien, no cambio nada, no hago nada, no me atrevo. Y mis preguntas a solas sobre "Qué pasaría si..." se vuelven constantes. Todo parece carecer de sentido. Si intento analizar algo no le encuentro un por qué o un para qué. Y no sé qué hacer. Nada cambiará si no actúo. Y quizás cambien demasiadas cosas si lo hago. ¿Qué tal una prueba?¿En la vida no existen las pruebas, cierto?
¿Cómo iría todo si...?
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