Dejó los zapatos a un lado de la puerta y entró por el pasillo. Sus calcetines se deslizaban fácilmente por el suelo , por lo que iba con cierto cuidado. Depositó las llaves en la mesa del salón, al lado del móvil que acababa de sacarse del bolsillo. Justo en ese momento, se escuchó el timbre del teléfono. Corrió hasta su teléfono fijo, patinando un poco y manteniéndose en pie con algo de trabajo. Al descolgarlo, respondió como si no supiera de quién se trataba.
-¿Sí?
+Te quiero.
Esa conversación era ya una rutina. Nada más llegar del instituto, delcolgaba el teléfono y escuchaba lo mismo de siempre. Y cuanto lo adoraba, descolgar el teléfono y que lo primero que escuches sea "Te quiero". Y después la conversación seguía sin tomar sentido, hablando de cosas tan poco importantes que cualquier otra persona pensaría que no merecía la pena hacer esa llamada. Pero le bastaba con estar escuchando su voz, con sentir de alguna manera que esa persona estaba a su lado, por muy lejos que realmente estuviera.
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