13 de octubre de 2011

Es mi único motivo para seguir, el único motivo para aguantar días y días. El único. Paso las horas del instituto pensando en que cuando vuelva a casa hablaré con él, en que tendremos toda la tarde para decir o hacer gilipolleces por la cam del ordenador, en que simplemente podremos pasar la tarde juntos, aunque no podamos tocarnos. Esa es mi única ilusión, al fin he descubierto como explicarlo. Mi ilusión es gastar las horas hablando con él, sabiendo que a cada hora que pasa queda menos para verle. Pero nadie sabe lo duro que es llegar y que después del "Hola" la primera frase sea: "Esta tarde me voy, volveré por la noche" o algo de ese mismo estilo. Puedo escuchar como se rompen mis ilusiones en mi interior, son como muchos pequeños cristalitos que se parten y se clavan por todas partes en mi ser. Simplemente contesto con un: "Ahm.." e intento cambiar de tema para aprovechar el poquísimo tiempo que me queda con él, pero él insiste en el mismo tema: "¿Te molesta, cariño?", claro que sí, y él lo sabe, pero aún así tiene que volver a cuestionarlo, quién sabe por qué. No se da cuenta del daño que hace cuando me falta. No se da cuenta de que nada es eterno y de que ya una vez me dijo que se arrepentía de haber desaprovechado tanto el tiempo conmigo y que quería volver a aprovecharlo. ¿Dónde quedó esa intención? Mis lágrimas aprovechan mucho mejor el tiempo que él, están siempre conmigo. Y pasan los días, casi sin hablar, cada día con menos ilusiones, cada día es menos sorprendente este dolor, cada día espero menos de él, cada día me importa menos porque me obligo a que así sea, exactamente con el mismo método que usaba para obligarme a olvidar a alguien, a dejar de amarle. ¿Quiere decir esto que acabará de la misma manera si esto sigue así? Seguramente.. sí. Y es que duele tanto.. Te arranca el alma el dolor cachito a cachito, poco a poco, cada vez que él no me comprende, cada vez que volvemos a discutir, cada vez que cae una lágrima, cada nuevo cigarro acabado. Simplemente me arrancan la vida, la vida de una adolescente de 17 años que no debería llorar cada día sino reír cada minuto. Y es que cada vez que pienso tengo un nuevo pensamiento relacionado con todo esto: ¿Por qué no me entiende?¿Por qué no sufre como yo si no me ve o si no hablamos?¿Son maneras diferentes de ver el amor o es simplemente que no me ama hasta el mismo punto que yo a él? Nadie sabe contestarme a estas preguntas, tan sólo hay teorías sueltas y cuando es el corazón el que pide respuestas, es también el corazón quien ha de darlas, no la razón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario