24 de mayo de 2011

Sus ojos se abrieron de golpe. Estaba en su cama, todo estaba oscuro, una pequeña luz asomaba de la ventana abierta, así como una pequeña brisa. Su corazón latía acelerado, su garganta ardía sin motivo aparente, su voz no salía y sus ojos lloraban, escocían. Se incorporó intentando mejorarse, tosió varias veces y miró alrededor. No debía quedar mucho para la hora a la que debía sonar su despertador. Desbloqueó el móvil. El reloj marcaba justo la 1:20 de esa madrugada. ¿Cómo podía ser tan temprano? No se acordaba ni de cómo había llegado allí, ni a qué hora se había acostado. El móvil señalaba 4 llamadas perdidas y un mensaje de texto. Se tumbó de nuevo, móvil en mano, mirando al techo. Todo era de esa persona. ¿Qué le había pasado ese día? Apenas podía respirar y seguía llorando. Respondió a duras penas al mensaje, con la sensación de que había desperdiciado una noche de su vida, que podía haber estado hablando con esa persona, ya que dentro de un escaso mes, todo habría acabado. Dio vueltas en la cama. Su cabeza le chillaba que era estúpida por perder el tiempo, sus brazos abrazaron a la almohada. Qué duro iba a ser aquello, pasar todas las noches igual durante dos meses. Además, su mente le dejaba claro que cuando volviera de esos dos meses nada sería como cuando se fue, todos la habrían olvidado, incluido él. Pegó puñetazos a la cama, chillando para sí misma. Definitivamente, no aguantaría la presión.

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